Dichosa pero horrorosa.

by - marzo 29, 2018

Cuando te conviertes en mamá nada es como te lo imaginas, ni la mitad de eso, o bueno así fue conmigo, empezando por un embarazo encerrada en casa, y créanme, que no soy una mujer de casa, antes me sentía asfixiada si no salía pero con el embarazo no tenía de otra, todo sea por el bien de mi gordita que venía en camino. Después de tener a Regina y llegar a casa, estaba consiente de que aún no me quedaría nada de mi ropa pre-embarazo, era un globo, así que decidí seguir usando mis vestidos de embarazo, con la esperanza bien firme de que unas cuantas semanas todo sería como antes dando de mamar, pero oh sorpresa, no contaba que el dar de mamar no me funcionaría como a otras y a los 2 meses del nacimiento de Regina aún me sentía como cuando tenia 6 meses dentro, y verme al espejo se volvió insoportable.

Frente a mi estaba otra Luci, gorda, desvelada, con olor a leche, con cejas horribles sin depilar, cabello en coleta ya que hacia mucho que no hacía nada por el. Después veo que se acerca el cumpleaños de mi sobrina y sentía que si volvía a usar ropa de maternidad para esa fiesta me volvería loca (era la primera fiesta después de mi embarazo), así que cuando mi esposo se fue a trabajar decidí explorar mi armario en búsqueda de algo lindo. Al verme con mi ropa anterior en este nuevo cuerpo de mamá fue horrible, en un ataque hormonal me puse a llorar desconsoladamente mientras mi bebe dormía, me fui resignada y triste a Tuxtla pensando que así sería la vida a partir de ahora. 

Llegando a Tuxtla pasamos a la plaza ámbar nueva en la ciudad, mi esposo me dijo: cómprate algo, cuando lo oí no sentí la misma emoción de antes, ¿que iba a comprar? ¿Había algo que realmente me hiciera ver bien?, pero bueno, decidí no rechazar la oferta y emprendí la búsqueda, a lo lejos pude ver un vestido blanco con estampado de limones, escote, olanes y suelto de la cintura hacia abajo, mi esposo me animó a probármelo, entre al probador y me lo puse, me vi en el espejo y la imagen no era de esa mujer fea, gorda y enpijamada, era una nueva mujer, con un escote que hacía lucir sus nuevas bobs de mamá y ocultando mi pancita post parto. 

Me sentí atractiva y que seguramente le seguiría gustando a mi esposo. 

Para la fiesta mi arregle, me puse el conjunto nuevo, me llene de confianza y salí. 



Existe mucha presión cuando nos convertimos en madres, el querer ser “la madre perfecta” nos absorbe por completo, que solo vives para atender las necesidades de tu recién nacido y te olvidas por completo de ti. 

Nadie te dice lo difícil que será afrontar tu nueva apariencia, por que suena muy egoísta, egocéntrico el sentirte fea cuando deberías sentirme únicamente dichosa de ser madre. Y yo SI me sentía dichosa pero también me sentía horrorosa.
Ahora voy poco a poco sintiéndome como la de antes, junto con mi nena, aún no salgo de shopping, ni estoy al pie del cañón en las nuevas tendencias, por ahora mi prioridad es mi bebe y todo va para ella aunque tampoco siento motivación de tener nada nuevo, pero hay voy poco a poco, y así voy pasando esta etapa, en el que, poco a poco voy sintiéndome satisfecha por completo con mi ser. 
Por eso si vas a ser mamá o ya eres mamá debes saber que no estás perdida y este no es tu fin, cuando te sientas fea pónte ese atuendo que oculta lo que no y que muestra lo que si, maquíllate y peínate, mírate al espejo, mira a esa hermosa y poderosa mujer que eres, y que ha traído a este mundo el mejor regalo para su vida.




You May Also Like

1 comentarios

  1. Ame tu post, tus palabras! Aún no soy mamá, pero espero algún día serlo y creo que muchas veces se deja a un lado eso, la parte femenina y hermosa de la mujer, como mujer, no como madre. Si bien tú bebé es muy importante, no debes olvidarte de ti! Ame que te volvieras a ver bella, que te volvieras a gustar! De eso se trata!!! Y gracias por compartirlo para que más mujeres, mamás o no, no se sientan solas!!

    ResponderEliminar